Haití y Somalia: gracias, querido Forges

jueves, 22 de diciembre de 2011

En tiempos de tanto olvido, de tanto mirar hacia otro lado, de tanto ser espectador impasible, quiero reiterar mi gratitud a quienes, como Forges, nos recuerdan cada día lo que deberíamos tener todos presente en nuestra mente y corazón para, progresivamente, comportarnos de otro modo.

Haití y Somalia, los habitantes de estos dos países requieren muestras de solidaridad, particularmente de quienes viven en los barrios más prósperos de la Tierra que, con gran frecuencia, se dejan manipular por informaciones que les convierten en simples receptores sin capacidad de reacción, sin coraje para dejar de pensar tanto en sí mismos y volver su mirada a los más necesitados. Hacerlo tiene muchas ventajas ya que no sólo se aprecia más lo que se tiene sino que se conocen las precariedades del prójimo.


Con insistencia ejemplar, Forges nos señala los auténticos desafíos que deberíamos tener en cuenta y adoptarlos como propios, especialmente cuando celebramos, aunque acosados por los mercados -¡qué inmenso error haber sustituido los valores éticos por los bursátiles en la década de los ochenta!-, fiestas navideñas y nos deseamos los mejores augurios (a pesar de los pesares) para el año 2012.

Haití y Somalia… y todos los que viven en condiciones difícilmente calificables como humanas: si realmente les atendemos, nos sentiremos mejor. Tener en cuenta todas las vidas y no sólo la propia. El recordatorio de Forges es el mejor mensaje para el Año Nuevo.

A las puertas del invierno

martes, 13 de diciembre de 2011

Seis reflexiones:

1) Re-fundación de la Unión Europea... ¿Refundación sobre los mismos pilares y con los mismos mimbres que han conducido a la situación presente? ¿Refundación basada sólo en la economía? ¿Refundación sobre el dinero?

Podrá servir para "salvar el euro"... Pero no para salvar a Europa y los europeos, que es lo que realmente importa. Y a Europa se la salvaría restableciendo los principios democráticos (justicia social, solidaridad, igualdad) donde, erróneamente, se situó al mercado. Disponiendo de una federación fiscal, con capacidad -como los EE.UU. y el Reino Unido- de emitir moneda o eurobonos; y rehaciendo la OTAN en un sistema de seguridad autónomo con una disminución inmediata del gasto militar y armamentístico... y sustituyendo una economía de especulación, deslocalización y obediencia a las "agencias de valoración" de los mercados por una economía de desarrollo global sostenible.

En suma, sustituyendo a los valores bursátiles por los morales...

2) Creación de empleo ¿sin incentivos?

¿Cómo puede haber creación de empleo sin obras públicas y fomento de las pymes? Repito que es fundamental tener autonomía para emitir rápidamente los fondos imprescindibles para estimular la creación de empresas y la reactivación de las ya existentes. En EE.UU. se han emitido 300.000 millones de dólares y en el Reino Unido 75.000 millones de libras esterlinas con estos propósitos.

En cambio, en la eurozona, recortes y austeridad, reducción de los efectivos personales. No es el camino. El buen camino es la democracia, desplazada actualmente por "los mercados". Es ahora preciso pensar en primer lugar en la gente.

3) ¡Juzgar al Juez Garzón!

¡Juzgar al Juez más conocido en el mundo entero porque tuvo el valor y la visión de que la justicia es universal! Y que pensó que no hay buen futuro si se conoce mal el pasado. Es indispensable, para la definitiva reconciliación española, que los que perdieron puedan saber qué acaeció con precisión y, en toda la medida de lo posible, puedan acercarse y honrar a las víctimas. Quienes ganaron han tenido muchos años y grandes facilidades.

Es realmente increíble -también pensando de dónde procede la denuncia- que se vaya a juzgar a quien más ha impulsado la memoria histórica. Deber de memoria. La memoria es patrimonio fundamental a escala personal y colectiva.

Pero el Juez Garzón seguirá recibiendo el reconocimiento que se merece a escala nacional e internacional.

4) Nueva Ley electoral

Es apremiante que se decida reformar la presente Ley electoral. Que no se aplace diciendo que ahora no procede "porque acaban de celebrarse unas elecciones", "porque las urnas acaban de hablar"... Desde hace tiempo, partidos y sociedad civil -sobre todo el 15-M y cibernautas- están reclamando insistentemente que se cambie una ley electoral inadecuada, no democrática. Es impostergable si no deseamos seguir manteniendo la funambulesca situación actual, este sentimiento de precariedad representativa de la voluntad de todos los españoles.

Debería advertirse que con la presente Ley los ciudadanos no acudirán a votar más. Adoptarán esta actitud por el bien del pluralismo y las libertades públicas. Así de claro.

Ni unas elecciones más con el presente agravio comparativo de la no correspondencia entre votos y escaños.

Manuel Rivas citaba en "El País" la "vacanza morale", en palabras de Primo Levi, como responsable de los disparates que a escala europea y española estamos padeciendo. Esta "holganza moral" está demostrando ser peligrosísima porque, además, sus "efectos colaterales" de corrupción, falacias, promesas vanas y reiteradamente incumplidas, no parecen afectar a los ciudadanos que, distraídos, entretenidos, pacientes (en las dos acepciones) y molestos con los políticos, con todos, siguen comportándose en las elecciones de forma rutinaria, sumisa, gregaria.

5) Ruedas de prensa... ¿sin preguntas?

Los periodistas no deberían tolerar más este desprecio. ¿Por qué asisten cuándo saben que no podrán ejercer su profesión? ¿Por qué no se van cuando se dan cuenta de que no habrá interacción con el "conferenciante"? ¿Por qué permanecen en sesiones donde se limitan a escuchar las declaraciones de bustos parlantes?

Insisto en ello porque un día lamentarán haber decaído en sus derechos y dignidad. El pleno ejercicio de la responsabilidad de los informadores es esencial para la ciudadanía, para la democracia auténtica.

6) Elecciones en Rusia. Bien que haya ciudadanos que protestan. Mal que los EE.UU. intervengan y critiquen.

¡Qué bien que en la Rusia actual podamos ver a miles de ciudadanos expresando libremente su protesta, su disentimiento!

¡Qué bien!,... porque recuerdo el silencio total, la obediencia absoluta, la sumisión completa que tanto me impresionó en mi primera visita a la Unión Soviética en 1961. Y, después, en varios viajes más... hasta Gorbachev. Los ciudadanos eran inaparentes, inexistentes a todos los efectos. Por ello me alegra tanto ver ahora a los ciudadanos que discrepan y se manifiestan libremente.

Encuentro, en cambio, totalmente inadecuado que la Señora Clinton no sólo critique las elecciones y su falta de transparencia sino que extienda sus comentarios a la posición rusa contraria a desplegar escudos anti-misiles, que iniciara el Presidente George Bush. ¡Con la que está cayendo, sólo nos faltaría ahora incrementar el gasto militar, ya excesivo a todas luces, con escudos anti-misiles!

¿Estados Unidos dando lecciones de cómo deben realizarse los comicios electorales "transparentes" y adecuados? ¡Qué rápidamente se han olvidado del desconcertante recuento final que, en Florida, dio la victoria al Presidente George Bush sobre Al Gore! En el país pionero y mejor dotado en medios informáticos la lectura se hacía a contra luz y con un ojo cerrado...

La buena gobernación del mundo llegará -más pronto de lo que muchos creen- por la voz del pueblo. Esta voz que ahora, en Rusia y en tantos otros lugares, ya puede oírse y escucharse. Y por la construcción, entre todos, de unas Naciones Unidas fuertes y eficaces, haciendo realidad el clarividente inicio de la Carta: "Nosotros, los pueblos..."

Clamor popular en favor de la Tierra: Río + 20 debe representar el principio de una nueva era

lunes, 12 de diciembre de 2011

No podemos seguir distraídos, ensimismados, espectadores timoratos del inmenso fracaso anunciado de un sistema que, intentando perpetuarse a pesar de la zozobra en que se halla, recurre a todos los medios imaginables para mantenernos inactivos, entumecidos, incapaces de reaccionar, de expresar nuestras protestas y propuestas, nuestros disentimientos, nuestros acuerdos.

Hasta aquí podríamos llegar: todos contemplando la “prima de riesgo”, los vaivenes de los valores bursátiles –los otros ya se abandonaron a su suerte hace tiempo- y los interesados comunicados de las agencias de “calificación”…

¿Y las condiciones de vida de la mayor parte de la humanidad? ¿Y el progresivo deterioro del entorno ecológico, de la habitabilidad de la Tierra? El “sistema” relega y aplaza temas esenciales para el cumplimiento de nuestros deberes intergeneracionales, del legado que debemos entregar a quienes llegan a un paso de nosotros.

Pronto se cumplirán 20 años de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Recuerdo la cuidadosa y rigurosa preparación que hicimos, en las Naciones Unidas en particular, para asegurar que la Agenda 21 constituyera la receta apropiada para restañar tantas heridas de la Madre Tierra, para evitar muchas otras.

Pero ya los “globalizadores” neoliberales habían levantado el vuelo y tintado todo de dinero y de mercados. Y así llegamos al año 2000 y no hubo fondos para la puesta en práctica de los Objetivos del Milenio, porque el único “objetivo” que perseguía y persigue el “gran dominio” es ganar más: deslocalizar por codicia la producción, economía especulativa, insolidaridad a través de paraísos fiscales, gobernación global por los países ricos…

No es de extrañar que, con estas pautas y “hojas de ruta”, los escasos intentos de frenar la degradación ambiental y el cambio climático se hayan quedado en “agua de borrajas”. Kioto… Durban…: los grandes países emisores de CO2 y gases con efecto “invernadero”, los mayores responsables de la contaminación de tierra, mar y aire no se comprometen alegando razones que, cuando se trata de procesos potencialmente irreversibles y sometidos, por tanto, a la ética del tiempo, representan, sin paliativos, una afrenta gravísima al conjunto de la especie humana.

Escribo hoy estos párrafos con apremio, porque en las reuniones preparatorias de Río + 20 se anuncia de nuevo la indiferencia y ambigüedad de las superpotencias, cuando el compromiso y la concreción son más necesarios y urgentes que nunca.

Ha llegado el momento de la movilización de los pueblos. Ha llegado el momento de reclamar, sin más dilaciones, la atención que la Tierra merece. Unos cuantos (8… 20…) no pueden, no deben, imponer su voluntad a todos los países (196).

Pongamos en marcha una amplia y tupida red en el ciberespacio, suscribamos los llamamientos que surjan de todos los rincones del planeta, para ser pronto millones los que exijan que Río + 20 represente el principio de una nueva era, una inflexión histórica en que, por fin, sean los valores éticos y los principios democráticos los que prevalezcan.

Si somos muchos, será posible.