¡Mujer africana, mujer!

martes, 30 de marzo de 2010

"No habrá cultura de paz hasta que la mujer no tenga una mayor influencia en la toma de decisiones", me dijo el admirado Presidente Nelson Mandela en el curso de una inolvidable entrevista al atardecer en Pretoria.

Había hecho un estudio al respecto en la UNESCO y, en 1996, esta influencia no alcanzaba al 5%, es decir, el 95% de las decisiones eran adoptadas por hombres. No es de extrañar, por tanto, que a través los siglos haya prevalecido una cultura de fuerza e imposición en lugar de una cultura de diálogo, de respeto inherente a la vida, de aplazar siempre el uso de la violencia.

Ahora, con la evolución favorable de los últimos años especialmente, se acerca ya al 9%. En muy poco tiempo, con el 18-20%, habrá un cambio sustancial en la "cultura" de la sociedad, y la transición desde la fuerza a la palabra, a la conversación, a la conciliación, empezará a ser realmente posible.

Sí, en los albores de siglo y de milenio, puede producirse este acontecimiento importantísimo de la aparición de la mujer en los escenarios del poder, en los que no ha tenido más que una presencia fugaz y anecdótica, normalmente, a lo largo de la historia.

Estos días se ha celebrado en Valencia una gran reunión en favor de la participación de la mujer. Creo que es uno de los fenómenos, ya irreversibles, que deben llenarnos a todos de alegría y de esperanza. Me gusta repetir que ha sido precisamente en África donde he encontrado tanta sabiduría, tanta generosidad, tanto desprendimiento en personas, sobre todo mujeres, que deben cada día, desamparadas, sin las ayudas tantas veces prometidas, inventar cuando amanece cómo sobrellevar el día para llegar dignamente a la puesta del sol.

¡Si Europa cambiara saberes por sabiduría!, con estos pueblos africanos a los que tanto debemos, que tan poco rencor nos guardan a pesar de las turbias relaciones habidas con ellos, a pesar de la esclavitud, a pesar de las explotaciones que hoy mismo, mientras miramos a otro lado, estamos realizando en sus fantásticos recursos naturales.

"Todos los seres humanos iguales en dignidad", es el principio básico esencial, que debe aplicarse ahora, urgentemente, para el bien de todos, a todas las mujeres, a la mujer africana en particular.

En 1995, en Pekín, en la gran reunión con la que se celebraba el quincuagésimo aniversario de las Naciones Unidas, dedicada precisamente al papel angular de la mujer en el desarrollo, en la transición de una cultura de dominio y violencia a una cultura de conciliación y de paz, en lugar del discurso que debía pronunciar como Director General de la UNESCO, leí los versos siguientes:

Mujer,

traías una canción

nueva

en los labios.

Pero no te dimos

la palabra

aunque eres

la voz

de la mitad

de la tierra.

Mujer,

tus ojos

veían el mundo

de otro modo.

Pero no quisimos

conocer el contenido

y el calor

de tu mirada.

Mujer,

llevabas en tu piel

de todos los colores

la semilla

de mañana,

la luz

que podía iluminar

inéditos caminos,

rebeldes

pero pacíficos senderos,

mujer-puente

mujer-lazo

mujer-raíz y fruto

de amor

y de ternura.

Mujer,

tus manos tendidas

y tu regazo

son espacios inmensos

de amparo

y de consuelo.

Pero no hemos comprendido

la fuerza de tu abrazo

ni el grito

de tu silencio,

y andamos

sin brújula

ni alivio.

Mujer,

sin otro dueño

de cada uno

que sí mismo,

irás,

desde ahora

igual y libre,

compañera

de un mismo sueño

ya para siempre

compartido.

Lo primero es lo primero: JUSTICIA

lunes, 29 de marzo de 2010

III

Acatarla... y recurrirla, cuando proceda, en su debido momento.

Poco parecen conocer qué es un Estado, cuáles son sus pilares institucionales y las prerrogativas de los ciudadanos, quienes pretenden influir en los inicios de un proceso judicial, con independencia de su criterio sobre si debería o no haber sido planteado. Tiempo tendrán de apelar si lo estiman conveniente.

La justicia no es infalible. Se basa en la estricta aplicación de la ley que es, la que, con frecuencia, debería modificarse, mejorarse o adaptarse. Y cuando existe parcialidad manifiesta en la interpretación de la ley y en su aplicación -lo que es especialmente insostenible en relación a pertenencias políticas de un signo u otro- entonces corresponde a los afectados todo el derecho de amparo hasta las más altas instancias nacionales e internacionales.

Primero, leer bien la ley y los proyectos de ley; segundo, respetar el proceso judicial y el secreto del sumario. Luego, cuando sea procedente, manifestar el disentimiento con la sentencia y recurrirla. Y proceder a establecer mejores normas o modificarlas.

Hemos luchado demasiado por la libertad, incluida la libertad irrestricta de expresión, para que ahora contemplemos impasibles y apocados cómo el poder mediático lo impregna todo, empezando por convencer al pueblo de que muchos "presuntos" no lo son y que quienes los descubrieron y acusaron deben pasar, directamente, sin la calificación de presuntos, a culpables.

No lo conseguirán. La gente aguanta mucho. Pero no tanto. Nos están distrayendo en exceso, con espectáculos de masas, con jugadores o pilotos, detallando sus éxitos y sus dolencias,... pero no hasta el extremo de consentir que la justicia, el gran asidero de los demócratas y la base del diseño de un futuro mejor, sea manipulada hasta el extremo de que los "buenos" aparezcan como malos y los "malos", por arte de birli-birloque, aparezcan exculpados y exonerados de toda responsabilidad.

El siglo XXI, será, más pronto de los que muchos esperan, el siglo de la auténtica participación ciudadana. Y la gente reaccionará ante estos abusos y desmesuras.

A vuela pluma (V) MÁS SOBRE EUROPA

viernes, 26 de marzo de 2010

II

Quienes tantos fondos hallaron para el "rescate" de las instituciones financieras, responsables, en buena medida, de la grave crisis actual, no encuentran ahora unos pocos millones para ayudar a Grecia a cumplir con los parámetros impuestos, también en buena medida, por los financieros, ni para limpiar un poco el medio ambiente, buscando frenéticamente fondos inferiores a los que se invierten en armas y gastos militares en 56 horas.

Y no se atreven a cancelar los paraísos fiscales que amparan a las mafias, a los traficantes de drogas, capitales, personas... Y no se producen claros movimientos hacia el multilateralismo, siguiendo anclados en los grupos plutocráticos (G.8 / G.20) que tanto daño han producido en el tejido social, económico y medioambiental a escala mundial.

Están otra vez comprando y vendiendo costosísimas máquinas de guerra... mientras se sigue ignorando y explotando a África y a otros países pobres o empobrecidos. No se atreven a que la OTAN se sustituya por un sistema propio de defensa o se reduzca al Atlántico Norte... pero sin que Europa renuncie a actuar en el Atlántico Sur y en el Pacífico (¡sobre todo!) sin deber seguir el ritmo que les marca nuestro gran aliado. Amigos, sí... súbditos, no.

Por otra parte, los "globalizadores" favorecieron -sin reparar en condiciones de vida ni respeto a los derechos humanos- una deslocalización productiva hacia el Este, y una simultánea deslocalización "directiva", de talentos, hacia el Oeste. El resultado está a la vista.

Y en lugar de cambiar con audacia a un sistema basado en el desarrollo global sostenible, seguimos empeñados en que consuman más los que ya viven en el barrio próspero de la aldea global. Y los demás, a esperar -¿cuánto tiempo lo harán sin radicalizarse?- que caigan algunas migajas de las mesas de la abundancia...

Podríamos producir conjuntamente, con el conocimiento disponible y disminuyendo los inmensos fondos dedicados diariamente a gastos militares, alimento para todos, agua para todos, energía para todos, vivienda para todos... y seríamos capaces de mejorar la salud y las condiciones medioambientales que debemos legar a las generaciones venideras.

Europa, entre los Estados Unidos -donde sólo la categoría estelar de Obama logra vencer, al menos de momento, la férrea y compacta resistencia de los instalados en el ayer, incapaces de mirar solidariamente alrededor- y China, convertida paradójicamente en la fábrica del mundo por quienes sólo ven los beneficios a corto plazo, no debe naufragar sumida en el bilateralismo. El camino es la democracia mundial: el multilateralismo. O Europa reacciona o, en pocos años, se esfumará cualquier posibilidad de liderazgo.


A vuela pluma (V) REBELIÓN EN EL CIBERESPACIO

jueves, 25 de marzo de 2010

I

Hasta ahora era muy difícil para los ciudadanos expresar su opinión sin cortapisas. Las urnas -que ya es mucho- se están quedando en poco. La cantidad inmensa de información disponible, procedente de todo el mundo y en tiempo real, no puede amilanarnos y reducirnos a la condición de receptores impasibles.


Hoy sabemos... y no podemos quedarnos quietos, alucinados, cómplices. Cuando la conciencia global y el conocimiento nos urgen a no guardar silencio, cuando nos vemos "compelidos al supremo recurso a la rebelión...", según establece el luminoso preámbulo de la Declaración Universal, tenemos que expresarnos. Y ahora, con la moderna tecnología de la comunicación, no podemos seguir como testigos anonadados, atemorizados, distraídos por la omnímoda influencia recreativa y tergiversadora del poder mediático.


La participación de la gente tendrá lugar en el ciberespacio. Millones y millones de personas expondrán sus puntos de vista. Es decir, serán ciudadanos de las nuevas democracias en las que el poder emanará realmente del pueblo, como proclama el artículo 21/3 de la Declaración Universal.


Mejor prevenir que remediar. Estén atentos los poderes actuales, tan atareados en los temas de siempre, intentando convencer a los de siempre que ya no valen las fórmulas de siempre, que los caminos del mañana empezarán a ser trazados por muchedumbres en el ciberespacio. Sí, el gran cambio se avecina. El tiempo del silencio ciudadano ha concluido. Empieza la hora de la gente. De la nueva democracia a escala global y planetaria.

A vuela pluma (IV)

miércoles, 3 de marzo de 2010


La Europa que el mundo necesita de forma apremiante en estos momentos es

II

Sí a la Europa de los pueblos, del respeto a todas las identidades, de la libertad, de la paz. La Europa de la tolerancia y de la creatividad. La Europa que se atreve a saber y sabe atreverse.

• No a la Europa que despreció Albert Camus porque “pudiendo tanto se atrevió a tan poco”.

• No a la Europa tímida y miedosa, con tortícolis crónica por mirar siempre hacia el otro lado del Atlántico. Aliados, amigos, sí. Súbditos, no.

• No a la Europa que sigue con el Tratado del Atlántico Norte sin propia autonomía en Defensa. Ya no existe el Pacto de Varsovia. Pero sí que existen el Atlántico Sur y el Mediterráneo y el Pacífico.

• No a la Europa que invade Kosovo a través de la OTAN, sin contar con la anuencia del Consejo de Seguridad.

• No a la Europa que sustituye los valores democráticos por las leyes del mercado; que se olvida, por intereses a corto plazo, de la justicia social, del apremio permanente de com-partir, de co-operar.

• No a la Europa que debilita a las Naciones Unidas en lugar de dotarlas de los medios personales, financieros y técnicos necesarios para el ejercicio de su misión.

• No a la Europa que confía a grupos plutocráticos la gobernación del mundo en lugar de afianzar el multilateralismo.

• No a la Europa de la vorágine del crecimiento y del progreso guiados por el beneficio inmediato que recurre a millones de migrantes… a los que luego pretende asimilar en lugar de integrar o, lo que es todavía peor, seguir las prácticas, tan encomiables en otros aspectos, de los “desechables”, abandonándolos a su suerte después de haberlos utilizado; o, sobre todo, a la Europa que pretende ahormar la identidad de los inmigrantes poniendo condiciones a su ciudadanía.

• No a la Europa que mira hacia otro lado cuando sus multinacionales actúan indebidamente en América Latina y en África, explotando a países con muchos recursos naturales de manera contraria a los intereses globales y afectando al medio ambiente. Deben revisarse de inmediato y sin contemplaciones las explotaciones de coltán (columbita-tantalita) en el Congo, territorio de los Kivus; la bauxita en Guinea Conakry; las explotaciones de oro tanto en África como en Centro América…

• No a la Europa que sigue consintiendo ser sede de paraísos fiscales, sabiendo que mientras existe la posibilidad del lavado de dinero sucio, no será factible llevar ante los tribunales, como debería hacerse sin mayor demora, a las mafias traficantes de armas, drogas, capitales, patentes, personas…

• No a la Europa que denuncia, como debe, la falta de democracia en la Cuba de 13 millones de habitantes, olvidándose, como no debería, de Guantánamo, de Abu Dhabi, de Bagram, de las “democracias” de las oligarquías que, especialmente en América Latina, siguen permitiendo que el 42% de los niños no tengan acceso a la escuela y que centenares de miles de ciudadanos deban emigrar a lejanos países para enviar después sus remesas… mientras hace todo tipo de carantoñas y favorece las visitas de jefes de Estado a los países en los que ha deslocalizado la producción sin tener en cuenta sus condiciones democráticas ni laborales, especialmente en un país del Este en el que viven 1.300 millones de personas, cien veces más que en la justamente advertida República Cubana, sin que en estos casos se tenga en cuenta los derechos humanos, la práctica de la pena capital,… o que se olviden que la política seguida por Colombia, con la implantación de bases norteamericanas, está conduciendo a la remilitarización del conjunto de los países de América Latina…

• No, en suma, a la Europa que aplica distintos raseros de valoración, en lugar de valientemente defender los valores universales en todas partes. No, rotundamente, a la Europa que no es faro y vigía de la democracia y de los derechos humanos a escala mundial, que no condena, cuando debería, como debería, los desmanes que han tendido lugar en Gaza, los “asesinatos selectivos”, los asentamientos y los muros construidos en contra de la Corte Internacional de Justicia, aplazándose progresivamente por parte de Israel el reconocimiento del Estado Palestino.

• No a la Europa que, de una vez, no tiende la mano al continente africano…; que no acaba con el bochorno de gastos militares en Afganistán -más de 85.000 millones de dólares- cuando los destinados al desarrollo y a la sustitución de los cultivos de adormidera (el 92% del opio, la mayoría de la heroína procede de Afganistán) no llegan a los 5.000 millones.

• No a la Europa que tolera un poder mediático que desautoriza ante los ojos de los ciudadanos la confianza, la justicia y la equidad; no a la Europa de los silenciosos, de los adormecidos, de los distraídos, de los espectadores y receptores impasibles, pusilánimes.

• No a la Europa que condena el velo en algunos países –no en otros, que se sitúan entre los mejores compradores o suministradores- y tolera, siempre por intereses económicos, la humillación de la mujer en anuncios de prostitución en las páginas intermedias de periódicos incluso muy conservadores, en programas de televisión, en la publicidad donde la mujer se presenta totalmente “des-velada” como puro artículo de consumo…

• No a la Europa que sigue sin apostar claramente por las energías renovables, la producción de alimentos y de agua en las cantidades que se requieren; por la salud, teniendo en cuenta en particular la mayor longevidad; por el transporte eléctrico; por la salvaguarda de la calidad del agua de los océanos, del aire y de la tierra; y que deja que, de nuevo, se confíen las riendas de la economía a las mismas instituciones de especulación, de la producción de armamentos, de “burbujas” cuyas facturas pagan siempre los más desposeídos y menesterosos.

• Por su fantástico pluralismo, por su cultura democrática, por su visión de la ciudadanía mundial, Europa no puede seguir siendo un espacio sumiso y atemorizado. Los pueblos de Europa deben rebelarse para que tenga lugar la transición desde una cultura de imposición y violencia a una cultura de conciliación, diálogo, alianza y paz, con los creadores en la vanguardia, con los intelectuales al frente.

Será el “nuevo comienzo”, para que, en pocos años, sea realmente la Europa-faro, la Europa-vigía.

A vuela pluma (IV)

martes, 2 de marzo de 2010

La Europa que el mundo necesita de forma apremiante en estos momentos es
I


  • La Europa faro y vigía, del pluralismo, de la multilateralidad, de la libertad, de la justicia social, de la solidaridad. La Europa que, sin cortapisas, reconoce y promueve la igual dignidad de todos los seres humanos, como tan claramente se establece en la Constitución de la UNESCO y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Europa de ciudadanos “libres y responsables”, gracias a los principios democráticos que observan sin excepción sus dirigentes, para alcanzar la emancipación que le permitiera ser punto de referencia de todas las naciones. La Europa satisfecha de su diversidad cultural, su gran riqueza, unida por el ejercicio de unos “valores universales”, su fuerza indomable.

  • La Europa de “los pueblos” como se establece en la Carta de las Naciones Unidas podría, de este modo, “evitar el horror de la guerra a las generaciones venideras”. Y sabría construir puentes de diálogo y conciliación para transitar desde una cultura de imposición y violencia a una cultura de encuentro, alianza y paz. La Europa que sería capaz de liderar la urgente conversión de una economía basada en la guerra y la especulación a una economía de desarrollo global sostenible. La Europa capaz de variar de rumbo a través de la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación, consciente de que no existe nada fatal e irremediable en la medida de que sus habitantes sean capaces de participar y expresarse libremente; de evitar su uniformización y gregarización; liberarse del miedo y la sumisión que los mantiene silenciosos y apocados; de rebelarse contra un sistema que ha conducido, en lugar de a la reducción de los desgarros en el tejido social, a un gasto militar diario de 3.000 millones de dólares al tiempo que mueren de hambre más de 60.000 personas, la mayoría de ellas niños de 0 a 5 años.

  • La Europa que, pacíficamente pero con gran firmeza, resuelve, en estos albores de siglo y de milenio, superar la inercia de siglos de poderes autoritarios propios de una sociedad masculina en la que prima la fuerza sobre la palabra; en la que la mujer no participa en la toma de decisiones, o lo hace en una proporción que, todavía no llega hoy al 10%; una sociedad que se ha dejado influir de tal forma por el gigantesco poder mediático, omnímodo y omnipresente, que ha permitido sin rechistar que la cooperación internacional se tornara en explotación y empobrecimiento de países con grandes recursos naturales; que ha tolerado el reiterado incumplimiento de las promesas de ayuda al desarrollo que formulaban los países más prósperos; que ha permitido la degradación del medio ambiente, hasta llegar a un punto en el que es preciso tomar conciencia y actuar sin dilaciones, todos unidos, sin excepción, para dejar de agredir a la Madre Tierra y poder transmitir a las nuevas generaciones el legado medioambiental que merecen.

  • La Europa, en fin, dispuesta a ponerse al frente de las grandes transformaciones que deben realizarse para lograr que cada ser humano, único y dotado de la desmesura creadora, pueda, con su comportamiento cotidiano, abandonar decididamente los caminos de la confrontación -“si quieres la paz, prepara la guerra”- y tejer, con las hebras multicolores de todas la razas, género, ideologías y creencias, la urdimbre compacta y fuerte que permita iniciar “el nuevo comienzo” al que nos convoca la Carta de La Tierra.

  • La Europa que sepa desligarse de tantas ataduras y adherencias que los pocos han ido imponiendo secularmente a los muchos, a los casi todos, a los que han pretendido “secuestrarles el pensamiento”, reducirlos a vasallos. La Europa que se revuelva contra los grupos plutocráticos (G-7, G-8, G-20…) y refuerce la autoridad de las Naciones Unidas, para que sean todos los pueblos los que tomen en sus manos las riendas del destino común. La Europa que recuerde que, en palabras del Presidente Kennedy, “ningún desafío se halla fuera del alcance de la facultad creadora que distingue a la especie humana”.

  • Como José Ángel Valente, escribo hoy “desde un naufragio. / …Escribo sobre el tiempo presente. / …Escribo sobre la latitud del dolor, / sobre lo que hemos destruido / ante todo en nosotros… / …Escribo desde la noche, desde la infinita progresión de la sombra, / desde el clamor del hambre y del trasmundo, / …desde la mano que se cierra opaca, / desde el genocidio, / desde los niños infinitamente muertos, / desde el árbol herido en sus raíces… / Pero escribo también desde la vida, / desde su grito poderoso, / desde la historia. / ...Desde la muchedumbre que padece… / Escribo, hermano mío de un tiempo venidero”.

  • Es ésta, la Europa de la cultura, la Europa de la creatividad la que está llamada a tener un papel esencial en la reconducción de la trayectoria del conjunto del planeta, tarea irrenunciable. Los ciudadanos, por fin capaces de participación no presencial –gracias a la moderna tecnología de la comunicación– elegirán y “regularán” a sus representantes en los gobiernos, confiriéndoles la autoestima e impulso necesarios para los cambios radicales que sólo la “solidaridad intelectual y moral” de la humanidad podrá llevar a efecto.